viernes, 4 de enero de 2013
¡Si...!
Cuenta la historia de éste primer amor, como si nunca me hubiese enamorado, que lo hermoso de él es que cuando toma desprevenido nos hace un infantil repitiente. Convencido de que las caricias soplan los deseos con tal de que llegue ese instante que atraviesa confusiones y verdades, misterios y realidades, triunfos y fracasos, para satisfacer esa pregunta que siempre aparece cuando le da por inquietar al corazón.
Ese amor que actúa con ganas y con la intención de que el alma no se vacíe dispuesto a florecer ese escenario que estaba atrapado por el frío de no sentirse deseado. Les cuento, que todo vuelve a iniciarse con esa ingenua mirada que estuvo distraída esperando una nueva oportunidad pero, hoy, tiene muchas preguntas y, una, es capital ¿Querrá?.
Como siempre, la Luna, mi intima y atrevida amiga, sin hurgar si está en creciente o menguante o nueva o llena, me mueve ese alucinante mundo creativo dibujando paraísos que hace de las mañanas , las tardes y las noches, hermosas poesías ya que éste nuevo sentir se cuela de tal manera que me es imposible imaginar el fin del día.
Despierto, con las pupilas brillantes y con la sonrisa que delatan un lindo optimismo y hasta el bullicio suena como el cantar de los pajaritos. El suspiro me delata, los años no cuentan y la alegría se adueña de las horas, del cuerpo, del corazón y hasta del espíritu.
Sin pensar, me sacudo los miedos, las confusiones se disipan y los complejos se esconden para darle rienda suelta a ese loco que está ávido de sentir libremente, atrevido y ser querido. Rechazando historias antiguas ya que son ajenas y depositadas en el pipote de las necedades trabajadas por esa experiencia que da la soledad. Es por ello, que día a día soy fiel a lo que siento en el corazón sin esperar que me sean fiel.
Pero ésta nueva experiencia me hace estrafalario, incoherente, desubicado pero jamás mentiroso. El dormir se hace intenso porque los sueños están repletos de un incansable patear detrás de esa respuesta. Sin embargo, no son sueños oscuros porque siempre están iluminados por la magia de miles de estrellas distrayendo al Sol con tal de que no me despierte.
Y cuando al Sol le da por iniciar su faena y asomarse a mi ventana, me doy cuenta que la vida no se extingue cuando uno quiere sino cuando el amor deja de alcanzarnos y que siempre, siempre, tiene una carta escondida en su misterio que embadurna ese ¿Querrá? con un bello ¡Si...!
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