Ya no me interesa callarme para que los demás no oigan. Eso de esconder para tranquilidad ajena ya no resulta a mi reposo interno. Inventar afectos en donde no existen, talla un ser que agobia y fastidia adicto a la gente confundida.
Esta decisión está convencida que los susurros iniciarán su trabajo intenso y predilecto pero no será cuestión que activen mis nervios. Total.. me divierto porque es un amanecer que aspira ser genuino.
Si en mi decisión, me provoca emular a una de esas tantas mujeres que habitan en mi guarida, escogería a la más auténtica, sin importarme su vestimenta ni cultura y sin aspiraciones de dejar de ser ella. Asumiría sus grandes dones, ser intuitiva y defender sus amores con la intensidad de una leona. Me convencería de que soy la materialización terrenal de la Luna y que, cada gemido de un útero pariendo es un retumbar que sale de la madre tierra. Amaría la belleza de las dos tetas por haber alimentado la continuidad de la especie.
Si asumo ser viril, me alegraría del llanto que refresca su esencia y admitiría que su gran poder es la sensibilidad. Dejaría de ser el tema central en las tertulias estrogénicas y que, la obra genital masculina, logrará trascender cuando deje de contribuir con la acelerada pérdida de la fragilidad femenina. Sabría que al herir a una mujer estoy hiriendo a mi mujer interna. Me alegraría iniciar y terminar las veces que sean necesarios todos lo eventos de la vida, hasta que comprenda que jámas la perfección es buena.
Si decido interpretar un homosexual, enseñaría, a lo masculino y a lo femenino, lo que es ser poseído por tan poderosas fuerzas en un mismo ser. Me levantaría sin permisos para vivir y, los escondites se los dejaría a aquellos que sus instintos lo delatan pero la mentira prevalece. Desistiría de estar alerta ante la pugna entre dioses y demonios aspirando quién se adueña de mi identidad. Que es tanta la responsabilidad con la humanidad, que se necesitaría otra vida para que se entienda que es enamorarse y perder la razón, vivir y morir, adorar a Dios pecando y solicitando perdón, abrazar la compañía y la soledad, igual a los todos pero, sin desear el sexo opuesto.
Les diría un hasta luego a mis padres sin permitir las culpas y no repetiría sus historias, haría mis propias historias y le diría a los demás que paran sus propias historias y dejen de ser tan repetidos. Simple.. así habrían muchos mundos con historias diferentes en éste mundo dispuestos a entenderse y, se terminaría con eso de ver en los demás mis fantasmas y los demás dejarían de ver en mi sus sombras ya que, al final, la historia nos está haciendo, aunque no parezca, iguales con cuerpos diferentes.
Por lo tanto, y seguro del torbellino que he levantado por éste éxtasis que significa decidir, auguro que viene un enfurecido aire dispuesto a rodearme y tratar de evitar el alumbramiento pero que no ha terminado de entender, que quién realmente decide, no duda.
Se les quiere.
Chao
lunes, 5 de julio de 2010
Silencio
Comienza el rito, se impone el silencio que decide alertarnos que hay una tarea llena de excusas especializadas en desviar la verdad. Es una campana que advierte a todos aquellos que descansan ahí adentro, que les llegó el turno para que asuman la responsabilidad ante disímiles caretas.
Es un sagrado momento y es como si dejáramos de oír, de hablar y de tocar, para confundirnos con una dimensión que no tiene sentidos pero repleta de misterios. Es algo infinito y, lo maravilloso, es que comprendemos que es más trascendente que la piel, que el sonido, que el habla y, algo capital, no da miedo. Pero, imbuidos en éste acontecimiento deslumbrante, no ssabemos si es un tambor que avisa o es el latido de una vivencia pero, sin duda, aparece un solitario cubierto de ropa curtida que mueve los cimientos de la sensibilidad oculta en un andamiaje diseñado por el diablo.
Y así, la lentitud del silencio que choca con lo apresurado de las exigencias mundanas, invita a que nos percatemos que ese solitario está escudado por un ejército de deseos infecundos que mantienen la nostalgia y el vacío del alma. !Ufff...pero se activa un fantástico suceso con una indiscutible energía que empuja y empuja para realizar la obra milagrosa que hará vivir, decidir. Y aquí palpamos que en éste instante emerge la iniciación de la evolución humana cuando se entiende lo trascendente de tomar la decisión.
Es una tarea que exige humildad y tolerancia para poder sentir ese ser disperso acurrucado por el frío de la inseparable soledad. Es el ser clandestino que pide más caricias y menos evasión. Y, cuando se decide se siente que hay muchas cosas que enfrentar pero, la más arruinante, es la rutina que condena la voluntad a la imitación.
Silencio que son infinitas preguntas al no saber en dónde nos hemos extraviado, ni con quién ni por qué nos hemos extraviado. Es ese algo que hace sentir que la vida tiene sentido aunque la insistente nostalgia se empeñe en lo contrario. Simple, es un sonreír interior por la alegría de saber que ese ser que me esperaba vuelve a la esperanza por mi decisión.
Silencio.. compinche que aclara que la felicidad es una actitud consigo mismo. Que retoma al niño inquieto que quiere escribir, que quiere bailar, que quiere componer y que quiere gritar pero, sobre todo, ser el fin de tanto karma que apesta y frena la evolución del ser humano.
Y cuando decidimos mirarnos entendemos la importancia del silencio ya que ninguna quietud, ni verdad, ni intimidad, ni reflexión, serían magnos acontecimientos si estuviera ausente. Cuando estamos en silencio sentimos los amigos invisibles y los no tan invisibles. Oímos mejor nuestro mantra que es diferente al mantra del vecino y, comenzamos a saber lo que significa el mandala personal y nos reímos y admiramos de aquello que una vez quiso y aún desea ser.
Con el silencio nos adentramos ahí, sí ahí mismito, y llamamos al solitario para hablar, llorar y decirnos que sería una tormenta de locura el que nos volvamos a separar.
Se les quiere
Chao.
Es un sagrado momento y es como si dejáramos de oír, de hablar y de tocar, para confundirnos con una dimensión que no tiene sentidos pero repleta de misterios. Es algo infinito y, lo maravilloso, es que comprendemos que es más trascendente que la piel, que el sonido, que el habla y, algo capital, no da miedo. Pero, imbuidos en éste acontecimiento deslumbrante, no ssabemos si es un tambor que avisa o es el latido de una vivencia pero, sin duda, aparece un solitario cubierto de ropa curtida que mueve los cimientos de la sensibilidad oculta en un andamiaje diseñado por el diablo.
Y así, la lentitud del silencio que choca con lo apresurado de las exigencias mundanas, invita a que nos percatemos que ese solitario está escudado por un ejército de deseos infecundos que mantienen la nostalgia y el vacío del alma. !Ufff...pero se activa un fantástico suceso con una indiscutible energía que empuja y empuja para realizar la obra milagrosa que hará vivir, decidir. Y aquí palpamos que en éste instante emerge la iniciación de la evolución humana cuando se entiende lo trascendente de tomar la decisión.
Es una tarea que exige humildad y tolerancia para poder sentir ese ser disperso acurrucado por el frío de la inseparable soledad. Es el ser clandestino que pide más caricias y menos evasión. Y, cuando se decide se siente que hay muchas cosas que enfrentar pero, la más arruinante, es la rutina que condena la voluntad a la imitación.
Silencio que son infinitas preguntas al no saber en dónde nos hemos extraviado, ni con quién ni por qué nos hemos extraviado. Es ese algo que hace sentir que la vida tiene sentido aunque la insistente nostalgia se empeñe en lo contrario. Simple, es un sonreír interior por la alegría de saber que ese ser que me esperaba vuelve a la esperanza por mi decisión.
Silencio.. compinche que aclara que la felicidad es una actitud consigo mismo. Que retoma al niño inquieto que quiere escribir, que quiere bailar, que quiere componer y que quiere gritar pero, sobre todo, ser el fin de tanto karma que apesta y frena la evolución del ser humano.
Y cuando decidimos mirarnos entendemos la importancia del silencio ya que ninguna quietud, ni verdad, ni intimidad, ni reflexión, serían magnos acontecimientos si estuviera ausente. Cuando estamos en silencio sentimos los amigos invisibles y los no tan invisibles. Oímos mejor nuestro mantra que es diferente al mantra del vecino y, comenzamos a saber lo que significa el mandala personal y nos reímos y admiramos de aquello que una vez quiso y aún desea ser.
Con el silencio nos adentramos ahí, sí ahí mismito, y llamamos al solitario para hablar, llorar y decirnos que sería una tormenta de locura el que nos volvamos a separar.
Se les quiere
Chao.
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