Muy probable que me tilden de temerario, o demente, o de un ser que no tiene afectos o, en el mejor de los casos, de un iluso empedernido. Todo porque tengo un concepto del amor que no es fácil precisar en un mundo en dónde nos debatimos entre ser y creer ser, entre sentir o no sentir, entre ser auténtico o adulterado.
Definir el amor se dificulta cuando, en realidad, no hay algo más sutil y sin tantos adornos que éste sentimiento; tan es así, que parece acecharnos desde un lugar mágico irradiado desde el Universo tratando de poseernos en el más pequeño descuido. Sin embargo, y sinceramente, no creo que éste sentir tan desnudo, dispuesto a dar sorpresas y eternizar el deseo de continuar, sea cómodamente asimilado ya que parte de su magia es hacernos padecer una suerte de alegre locura !no sé por qué pero siento que no soy yo. Creo que camino por encima del cielo!
Simple, es una de las grandes obras que no es elaborada por el mortal, lo enfrenta a su lógica quitándole el sueño para que disfrute el insomnio. Es muy sencillo pero las trivialidades impiden demostrarlo tal cual és, sin explicaciones con un toque de infantil ingenuidad.
Es una de esas vivencias por la que provoca continuar y por la que realmente llora el alma. Estimula a no darnos por vencido seguros de estar poseídos de la eternidad.
Pero, tal parece que la incoherencia humana no está preparada para tanta belleza. Nos esmeramos en ser lo que no somos con tal de alcanzarlo, sin darnos cuenta que mientras más se intenta menos se logra porque el amor es así, imprevisto, envuelve, ciego, es muy raro. Inmensamente auténtico para comulgar con la mentira. No se construye, simplemente llega.
Por ahí persiste la malamaña de jurar amor eterno sin entender que es como un ave que alza vuelo cuando se pretende encarcelarlo en un rosario de teorías. Sin embargo, sus tentáculos son tan poderosos que cuando tiene la ocasión de tomar al hombre lo invita a que lo experimente, aunque sea una vez en su tránsito por éste planeta, para que diga con propiedad lo que es vivir. Eso sí, cuando sucede, nada, entiéndase bien, nada, borra la huella que deja en el alma.
Eso de que el ser humano hace el amor cuando quiere o deja de querer es una de sus fantasiosas arrogancias. No ha entendido que éste sentimiento sale de un lugar desconocido para darlo a un desconocido, en un instante desconocido y es ahí parte de su libertad. El amor es tan él que llega y se va, sin pedir permiso.
Hemos tenido miles de intenciones de enamorarnos pero, el temor inventa excusas antes que decir "estoy enamorado". Lo necesitamos, lo buscamos, lo consideramos vital pero, cuando vibra de cerca la gran desconfianza que tenemos, no de la otra persona, de nosotros mismos, nos toma para quedarnos en el tan temido vacío.
Se les quiere.
Un personaje como tu es que puede escribir de esa hermosa forma. Te felicito Ricardo y agradezco que vuelvas a éstos escritos enriquecedores...
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