No es agradable cuando la vida nos demuestra que la pasión se distancia del amor. Es más, descubre que es la primera en irritarse con tan histórico, deseado y abusado sentimiento porque ella, la pasión, no es ducha en pensar ni en planificar, ni en aguantar, es muy inquieta.
No soporta que traten de idiotizarla con medias mentiras y medias verdades, es muy natural para ser encapsulada en esos estridentes embustes. Es la fuerza irracional que llevamos, todos, proclive a ser condenada por el pecado pero nadie puede negar que es auténtica y nada elaborada. No respeta normas, es salvaje y con poco temor para revelarse.
En cambio, el amor, es un tanto tranquilo y entre calurosos días y frías noches se curte la piel y el alma hasta endurecerse para ser golpeado por la confusión humana. El premio.? es un trofeo nada liviano alzado por las canas, la cara marchita, el cuerpo encorvado y ser exhibido al convencional público que se debate entre lo turbio, la mentira y lo absurdo. Ha convertido al tiempo en su gran aliado.
El amor se agita cuando ve las inquietudes de la pasión y se percata que no la acompañará en su larga travesía. Inicia su angustia cuando la pasión busca las noches para distraerse y, cuando el sol de la mañana asume darle eternidad a esa distracción, es el inicio del dolor por su ida.
Entonces, la verdad coloca al amor en el banquillo de la incertidumbre condenándolo a las miradas y al temor del rechazo. Y así el amor, en su desespero, se arma de valor para preguntarle, por última vez, a la pasión, ¿qué sucede contigo que te siento llena de destellos y confusa? Y ésta, sin medir palabras le responde, jamás te juré eternidad sabes que no comulgo con ella. Te admiro por ser dueño de la calma, yo muero en la calma.
Y en esa franca tertulia que se escenifica en el alma, la desaforada pasión le dice al amor ¡no no no.... no estoy descalificando tu majestad, sencillamente estoy asumiendo que tu sin mi te debilitas y yo sin ti no conozco la trascendencia. Vivo el presente, yo no sé si le das vida a la esperanza o es la esperanza quien te da vida, es como si la añoranza por mi ida no te permite una vida tranquila. Yo me debato entre el perdurar el deseo y la inclemente muerte, lamento no estar junto a ti todo el tiempo para que el miedo no entre en tu recinto..!
Se les quiere....
Ricardo.....
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Si de algo ahy que calificar éste escrito, es extraordinario.Certero, franco y actual.
ResponderEliminarDifícil de digerir no porque no se entienda, es que la verdad no es fácil que sea asumida.
Agradezco a mi amiga Lucía por recomendarlo.
Felicitaciones
Anderson.
Lo agudo de su análisis es para colocarnos en un rincón para definir entre una tormenta que nos hace sentir vivo, la pasión y ese amor que resulta defícil vivirlo sin tantas trabas y sufrimientos.
ResponderEliminarEl amor parece transferido al dolor o es el dolor quien permea el amor, me encantaría obtener mayor información. El final de todo es que cuando la pasión se debilita coloca al ser en una gran pregunta ¿saltamos hacia el amor con verdadera decisión de estar enamorado o es el amor una compañia, transitoria, para no comulgar con la soledad..? ¿La soledad es responsable de tantas calamidades en nosotros los seres humanoS que nos lleva a buscar otras pasiones?
Bello escrito.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSuprimí mi comentario anterior por abundar en errores de dedo, que no son propios para referirse a este artículo tan logrado, donde hacen un dueto la pasión y el amor, el sexo y la emocionalidad, el instinto y lo ideal, reflejando la dualidad humana, que sería más sencilla de disfrutar con solamente crecer esforzándose en abonar cada día el autoconocimiento y vivir sin tanto miedo y culpa.
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